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Hay gotas en mi ducha que quisieron ser lluvia,
los pájaros rasos cuchichean cuando pasa un águila,
todas las camas tienen envidia de la nuestra,
los espejos siempre anhelaron ser personas,
las copas ansían la silueta de los vasos,
hay rincones de la noche que pretenden ser farolas,
el metro aspira al tercer grado de los trenes,
todas las calles quieren ser de mayor la Gran Vía
y todas las ciudades, París.

Hay libros que quieren dormir en la mesilla de noche
junto a lámparas que opositan a luna,
los violonchelos desean que los violines sean su después,
las flores de plástico suspiran por rozar el viento,
los balcones que miran al asfalto quieren ver mar,
hay ambulancias con complejo de taxi,
quedan portales con depresión por soledad
donde seríamos bienvenidos
y este poema pretende titularse
‘Lo que sienten las mujeres que no son tú’.