- “Necesito
necesitarte”
- “Lo sé”
- “¿Lo sabes?”
- “Sí” ella sonrió
como sonríe un niño que acaba de cometer una travesura
- “Necesito decirte que
te quiero”
- “Lo sabía.”
- “¿También?”
- “Sí” repitió,
calcando hasta el detalle más mínimo, su anterior sonrisa.
- “Pues que sepas, si
no lo sabes ya, que necesito compartir los domingos por la mañana
contigo, enredarnos entre las sábanas rogando que regrese la noche,
que necesito intercambiar miradas de esas que lo dicen todo sin decir
nada, que necesito susurrarte al oído que si algún día no estoy a
tu lado es porque te espero en un cercano más allá, que necesito
que me cortes la respiración cada vez que te veo porque sino no
tiene sentido seguir respirando, que necesito que hables del futuro
en primera persona del plural, que necesito darme cuenta de que por
fin he encontrado lo que llevo media vida buscando, que necesito
saber que jamás habrá más nuncas, que a partir de ahora todo serán
para siempres.”
- “Lo sabía.”
- “¿Y qué opinas al
respecto?”
- “Que yo también.”
- “¿Que tú también
qué?”
- “Que yo también
necesito necesitarte.”
Dani Rivera
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