como aquel que contempla lo que podría tener si se atreviera,
como el cuento de una lechera que no tuvo valor
porque también se requiere de valentía para cumplir un sueño.
Te observo desde mi distancia de seguridad,
entre nosotros, justo en medio, sólo nos separa mi cobardía,
un muro infranqueable construido a base de 'qué pudo haber sido'
con ladrillos en condicional, la forma verbal más triste que existe.
Te observo yo, porque tú nunca miras,
inconsciente de que, en tu tristeza, hay alguien capaz de hacerte feliz,
de sacarle brillo a tu sonrisa polvorienta, olvidada ya en algún rincón,
de contemplarte desde la cama mientras te marchas, orgulloso de tenerte.
Te observo y me invaden unas ganas locas de perder la cabeza,
de saltar por fin el muro, de acelerar tu corazón al ralentí,
de demostrarte que todas las decepciones pasadas
te ayudarán a ser más feliz.
Conmigo.
Porque firmaría mi declaración de tu dependencia
sólo para observarte un poco más cerca.
A escasos centímetros.
Y en mi cama.
Dani Rivera
(h)
ResponderEliminarJajaja Muchísimas gracias, Raúl. Un orgullo.
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