El golpe seco del balón al rebotar aún retumba en mis oídos cada vez que me acuerdo de aquel verano. Las últimas luces del día se diluían por el horizonte, y los rayos de un sol casi extinguido teñían el anochecer de naranja. Quedaba poco para que la oscuridad más tenebrosa se cerniese sobre nosotros, pero no nos importaba.Seguíamos jugando al baloncesto en aquella cancha sin luces, tratando de encontrar, a tientas, aquel preciado balón que nos convertía durante escasos segundos en pe

Última parada.
CAPÍTULO 1: AMOR ETERNOCaminaba entre la tranquilidad que reina en la oscuridad de la noche. Los destellos dorados de las farolas le guiaban de regreso a la más triste de las realidades. No pensaba en nada, tan sólo se dedicaba a observar detenidamente los continuos e inútiles cambios de color de los semáforos. Faltaba algo, parecía casi obligatorio el ruido en aquellas calles del centro de una g
Seguir Leyendo