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Dos décimas de segundo.



Escrito por  Dani Rivera     8/10/2010    Etiquetas: 
No sé que me pasa, no sé que me ocurre. Desde ya hace unos cuantos días, no río igual, no cuento chistes y mi corazón late muy deprisa cuando veo a una chica, mejor dicho, cuando veo a LA chica. Aún estando de espaldas, hace que mi corazón se dispare y deba coger aliento para poder seguir andando. Mira, relatando los síntomas, creo que he llegado a adivinar cuál es la enfermedad, me parece que se llama AMOR, así, con mayúsculas, porque es el amor verdadero, aquel que solo se encuentra una vez en la vida, a lo sumo dos, aquel que llega sin avisar y sin esperártelo. Es una sensación que, ni áún no conociendo a la persona, surge y que, tal vez con algo de suerte, no te abandona jamás.

Pues bien, andaba relatando que desde hace unas semanas, no soy el mismo, pero el problema es que nunca me había enamorado de una persona tan rápido y sin tan pocos motivos, jamás me había enamorado de una chica a la que no conozco, con la que nunca he hablado, alguien a quien he visto muy poco y, encima ahora...

Vivo para verla un escaso instante, un ínfimo momento en el recreo, un periodo de tiempo que apenas dura dos décimas de segundo. Para mí es suficiente, es algo por lo que vivir, un rápido vistazo de ida y vuelta en el que intento captar lo esencial: una sonrisa, una mirada, un guiño entrañable que, por supuesto, no va dirigido a mí.

Dudo que sepa de mi existencia, pero creí que podía aguantar sin que lo supiese. Pensé que me daría igual ¡Total! ¿ Para qué necesitaba una compañera de viaje si me gusta andar solo?

Cuantas veces habré maldecido esta pregunta, no sabía lo mucho que me equivocaba.

Cada día, tumbado en la cama, reflexionando sobre todo lo que ha dado de sí las últimas veinticuatro horas, una sonrisa suele aparecer en mi cara cuando recuerdo su rostro. Me alegro por haberla visto, quizás mañana no esté, tal vez un día de estos no pueda verla.

A medida que escribo esto, que no sé siquiera como describirlo, me acuerdo cada vez más de un fragmento de Bécquer:

Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto... la he visto y me ha mirado...
¡ Hoy creo en Dios!

Espero que aquel lejano hoy llegue pronto. Que un día, cuando mi furtiva mirada observe su cara, sus ojos se claven en mis pupilas, fijándose en mí. Entonces sabré, ójala, que quizás la importo, que a lo mejor surge algo.

Anhelo que llegue ese día, porque si no, sé que nunca podré decirla nada o, mejor dicho, sé que nunca me atreveré a decirle algo. Intento plantar cara a mi miedo, pero siempre que logro vencerle, una pregunta ronda mi cabeza: "¿ Cómo un ángel se va a fijar en mí?"

Por eso, no me queda más que conformarme con lo que tengo. Por eso, no me queda más que resignarme y admitir que mi día no dura más que dos décimas de segundo.

Espero que nunca una lágrima recorra mi rostro, lamentándose por la ocasión perdida, pues significará que ni dos décimas de segundo dura ya mi día.

Dani Rivera

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