Últimamente, no sé si por desgracia o por suerte, disfruto de una gran cantidad de tiempo libre, quizás demasiado. Hoy mismo, mientras caminaba en medio de un infierno como es una calle a las seis de la tarde, daba vueltas a una conversación que, no queriéndolo, me ha llegado muy al fondo de algo muy importante llamado corazón.
Aún no alcanzo a comprender cómo he llegado a una conclusión tan alejada del tema de conversación principal, quizás está relacionado o puede que no, pero en seguida me he dado cuenta de que era algo muy importante, si me permitís, diría que incluso vital.
Tantas son las veces que utilizamos la palabra "no" que la hemos llegado a convertir en un asunto trivial y nimio. Por cualquier cosa usamos esta palabra, tan importante y tan peligrosa a partes iguales, que la hemos alejado de su uso cotidiano.
Un simple "no" puede arrastrar consecuencias terribles, tanto para el locutor como para el supuesto oyente y es el miedo a estos temibles efectos por lo que muchas personas no se atreven a preguntar algo que, incluso, podría cambiar su vida.
Tengo un amigo, me creáis o no es un amigo y no yo, aunque sé que esta fórmula se emplea en demasía para hablar de uno mismo, al que le pasa lo que he descrito anteriormente. Es el miedo a la derrota, el pavor a la indiferencia o el terror a que se parta el corazón, los motivos que han superado al de estar con la persona más querida, aunque ella aún no lo sepa. Es la victoria del terrible "no" frente a la derrota de un ilusionante y esperanzador "si".
No sé si mucha gente me comprenderá, pero me apetecía plasmarlo en algunas líneas. Tampoco comprendo de dónde he sacado esta conclusión... ¿ o quizás sí?
Un "No" puede significar muchas cosas, tantas como un llanto apagado al recordar a alguien que creíste olvidado y del que, sin darte apenas cuenta, sigues enamorado, aunque la ira y el rencor consigan cegar todo aquello que aún sientes.
Dani Rivera
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