Si he de ser sincero, nunca hubiese pensado que el verano posterior a la PAU fuese a ser tan duro. Siempre pensé que, después de un estresante, agobiante y duro curso vendría el mejor de los mejores descansos posibles, porque, después de la obligación, suele venir la devoción.
Pues bien, este es uno de los peores veranos de mi vida, si no el peor, y mucho tendría que cambiar en este último mes para que le recordase dentro de unos años. Un claro síntoma de mi depresión es que no puedo parar de escuchar a Los Secretos, mi grupo favorito, pero a los que solo escucho cuando estoy triste.
Hasta ahora, cada vez que estaba en uno de esos malos periodos de la vida, que, queriéndolo o no, siempre te toca vivir, me dedicaba a recordar aquellos tiempos pasados que irremediablemente, fueron mejores. Pero ahora me he dado cuenta de que en el duro camino que es la vida, el pasado tan sólo es el comienzo de tu andadura, pero no te volverás a acordar de él a no ser que eches la vista atrás, lo cual, pocas veces suele deparar algo bueno.
En todos estos años, he aprendido que lo principal del camino no es el comienzo, ni tan siquiera el final, lo más importante es lo recorrido, la forma en la que has llegado hasta allí, los momentos vividos, tanto los buenos como los malos, pero sobre todo el recuerdo de la gente con quién lo has vivido.
Ahora, este verano, pocas cosas me ayudan a seguir adelante y, dejando al margen a mis amigos, a los que sin duda les debo mucho, me centraría en una sola persona. Si me permitís retomar una frase que dejé olvidada hace no tanto tiempo: “El primer recuerdo de aquel caluroso día de septiembre de 2008 es el de una chica”. Pues bien, casualidades o no, es la misma a la que, de nuevo, la tengo que dar las gracias.
Es uno de los pocos halos de esperanza que aún me quedan, como si fuese una de los últimas bocanadas de aire que respira un moribundo. Es ella y, ahora, me acabo de dar cuenta. Es como una lágrima en el desierto, la excepción que confirma la regla, el dulce anhelo de vislumbrar un punto de luz en la lejanía, a través del oscuro túnel en el que irremediablemente me hallo atrapado.
En la oscuridad de mis días, eres una de las pocas esperanzas que aún conservo.
Dani Rivera
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